CCNI 75 años de existencia de una de las navieras más emblemáticas

Con una memoria envidiable que no deja que se le escape detalle, el abogado Beltrán Urenda navega con increíble facilidad por los 75 años de historia de la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI), con la que el ex senador tiene vínculos laborales y afectivos desde hace más de seis décadas y hoy es su presidente.

Sentado en el escritorio de su oficina de Plaza Justicia siempre con el océano Pacífico en el horizonte, pasa revista a estos años de trayectoria de la emblemática naviera que, como tal, empezó sus actividades el primero de diciembre de 1929; pero fue el 31 de marzo de 1930, que se declaró legalmente constituida y se aprobaron sus estatutos mediante decreto supremo.

"He estado vinculado a la compañía desde hace 67 años y a su vez el estudio de abogados que fundó mi padre lo está desde su nacimiento". Beltrán Urenda recuerda que la Interoceánica nació en Punta Arenas constituida por dos sociedades navieras magallánicas, Braun y Blanchard y Menéndez y Behety. "No es que se hayan fusionado, sino que entre ellas decidieron construir esta sociedad", aclara.

Y es que en 1929, en el Gobierno de Ibáñez, se dictó una ley que autorizaba otorgar una subvención a aquéllas empresas navieras que utilizando el Estrecho de Magallanes conectaran Chile con Argentina, Uruguay y Brasil. "Ese fue el motivo determinante de constituir esa sociedad, que se formó en Valparaíso y en cuyo trámite intervino mi padre quien ya había formado su estudio de abogado, del que también hace poco celebramos sus 90 años de existencia".

Procurador

En el año 38, cuando Beltrán Urenda cursaba segundo año de Derecho, pasó de ser procurador del estudio Guarello a ser procurador en el estudio de su progenitor donde, hasta esa fecha, cumplía el rol su hermano mayor Carlos. "Una de las primeras cosas que me tocó hacer fue asistir a un juicio del trabajo de Interoceánica. En aquel tiempo se podía ser procurador sin tener que ser alumno de tercer año y tuve que seguir este comparendo. El escrito respectivo tenía que firmarlo el gerente de la Compañía don Hans Samsin, el primero que tuvo Interoceánica".

Urenda aclara que él era muy joven y desde ese entonces se creó un vínculo que no deja de ser notable. "He conocido y trabajo con todos los gerentes que han estado ahí hasta hoy. No sólo trabajé con ellos sino también fui amigo o tuve una relación muy estrecha, obviamente mayor cuando estos gerentes pasaron a ser de mi edad". Hace mención especial de José Miguel Villarreal, ya fallecido, que tuvo el mérito de haber ingresado a la CCNI como junior y llegó a ocupar el cargo más importante.

Más peso

En una entretenida clase de historia se convierte repasar con Beltrán Urenda la trayectoria de Interoceánica a lo largo de más de setenta años. "Cuando me recibí, la compañía me designó su abogado. Asistí al directorio y lo asesoré. A medida que pasaban los años fui adquiriendo más de peso y, desde luego, una empresa naviera conduce mucho a viajar y a vincularse con el extranjero".

Acota que la Compañía fue factor fundamental en la creación de Alamar, Asociación Latinoamericana de Armadores, institución que tuvo una vida efectiva y fuerte durante 25 a 30 años y de la que también Beltrán Urenda fue director.

Así, su vínculo con Interoceánica fue creciendo. "Me tocó vivir todas las vicisitudes de una empresa de este rubro. El negocio naviero es complejo y difícil, porque al desafío propio del medio en el que se desempeñan las actividades, el océano, con los riesgos que la naturaleza implica...temporales accidentes...hay unos muy dolorosos como fue la pérdida de una nave que no se sabe si simplemente se fue por ojo, o se partió porque de repente en plena tormenta desapareció con todos sus tripulantes y nunca más se supo de ella". Comenta que se trataba de un barco dedicado al transporte mineral de hierro en el que, cualquier desplazamiento es peligroso. "Lo tomó un temporal de aquellos tremendos en el sur. No alcanzaron ni a pedir ni auxilio. Es, tal vez, el hecho más dramático".

Época Tormentosa

Beltrán Urenda da cuenta de dos épocas fundamentales en la vida de Interoceánica. "Una en que fue controlada por quienes eran dueños de las sociedades magallánicas, especialmente por la familia Menéndez, hasta el año 72 que llegó el gobierno de la UP. Cuando el Gobierno decretó que la Compañía tenía que pasar al área social, fue una noticia muy tormentosa. Obviamente, la empresa estaba condenada. O se sometía a esto o iba a la quiebra".

En estos momentos se produjo una negociación en la que el ex senador tuvo que intervenir. "El presidente de la Compañía fue personalmente perseguido por el Gobierno y se vio en la obligación de irse a Buenos Aires. Allá construyeron una empresa naviera nueva, vigente hasta hoy".

La mencionada negociación se hizo con Fernando Flores, actual senador, que en esa fecha tenía 29 años y era uno de los subgerentes de Corfo encargado de llevar las empresas al área social. "Un hombre extraordinariamente talentoso. Siempre he comentado con orgullo que fue una negociación, dadas las circunstancias, muy seria y exitosa, bajo una fórmula que si se hubiera utilizado con más frecuencia, probablemente la suerte del país y del Gobierno habría sido distinta".

Interoceánica era una empresa Holding, que poseía acciones no sólo de otras sociedades navieras. "Con Pedro Menéndez, conversamos con Flores y fuímos muy claros. Le explicamos que no deseábamos pasar al área social pero que el Gobierno no dejaba otro camino; sin embargo, que estábamos dispuestos a negociar siempre que la Compañía siguiera desarrollando las actividades propias y que se mantuviera todo el personal intacto".

La propuesta de Urenda y Menéndez tuvo excelente acogida; además de que sólo se cambió el gerente, se abrió un poder comprador a la minoría. "Se produjo una circunstancia más notable aún. Nisa, que era la empresa que transportaba gas licuado de un socio francés, se convirtió en empresa mixta con el Estado con la curiosidad de que en pleno gobierno de la UP, tenía mayoría privada. Entonces, el Estado aportó recursos a la sociedad y la fortaleció. Yo recuerdo esta negociación con mucha simpatía por las características y tengo la percepción de que a Fernando Flores, (nunca me lo ha dicho) le causó buena impresión lo que nosotros propusimos, especialmente que todo el personal continuara; le pareció un plantemiento absolutamente serio, a pesar de que estábamos como empresa, con el agua hasta el cuello".

Admite que, en este caso específico, también ayudó a que había interés de que continuara por ser una empresa naviera eficiente teniendo en cuenta que para estas lides se necesita conocimiento especial.

Nuevos tiempos

"Al acuerdo que llegamos, no se me va a olvidar nunca porque fue el 29 de febrero de 1972, el día de mi cumpleaños. Fue un arduo trabajo y en condiciones difíciles, por eso tengo un buen recuerdo. Por lo demás, dadas las circunstancias, fue un proceso satisfactorio porque el Gobierno se quedó con la Compañía la que siguió caminando igual porque se mantuvo su mismo personal y el gerente que se designó era un hombre de confianza del Gobierno pero también vinculado a la empresa".

A pesar de las dificultades una buena señal fue que, al año siguiente, en 1973, buscando una salida Interoceánica estableció una línea una Japón, la primera a Oriente. "Yo alabo eso porque fue después del 11 de septiembre de 1973. Ahí se nombró como delegado al Comandante Arturo Ricke Schwerter, capitán de navío en retiro. Una gran persona que al llegar, buscó en su planilla a alguien que pudiera orientarlo y me eligió a mí porque yo seguía de abogado de la Compañía, aunque como se dice, un poco en el patio de los elefantes".

Urenda y Ricke coincidieron en que si en el paso del sector privado al sector público habían mantenido a los empleados, con el cambio de gobierno no debiera producirse ningún despido. "Yo destaco que el personal de la Compañía ha logrado hacer carrera a pesar de las circunstancias. Eso permitió que se mantuviera su eficiencia. Lo fundamental es tener un sello. Las empresas valen más por su nombre, por su prestigio y por su clientela que por el capital o barcos que tengan".

El fantasma del centralismo

El ex senador sueña con que antes de morirse esta ciudad recupere algo del prestigio que tuvo antaño.

Así de fuerte como es el vínculo de Beltrán Urenda con la Interoceánica, lo es también con Valparaíso. "Le tengo un entrañable cariño. Es una ciudad con características únicas. Me ha tocado vivir su decadencia y el éxodo de las empresas a Santiago lo que ha golpeado a las empresas navieras".

Acota que la mayoría de las empresas de cualquier naturaleza, ya sean mineras, pesqueras, tienen todas sus gerencia y poderes decisivos en la capital lo que va produciendo que las navieras tengan que tener, al menos, su departamento de ventas en la capital porque allá están los clientes.

"En eso podría decirle que hay una lucha interna en la empresa, entre los que nos sentimos estrechamente vinculados a Valparaíso y los que en cierto modo prefieren Santiago por lo que significan el aspecto social, cultural y sus posibilidades".

Beltrán Urenda, no obstante, se la juega porque el máximo de las actividades de la empresa se queden ancladas en el puerto. "Ha sido tan fuerte la influencia de Santiago que la mayoría de las empresas se fueron porque este es un país en el que la centralización llega a exceso. Probablemente es el país más centralizado del mundo, además con el absurdo de que tenemos una capital mediterránea, siendo una nación esencialmente marítima.

Urenda confía en que, antes de morirse alcance a ver el renacer de Valparaíso que a veces vislumbra en una serie de iniciativas que, siente, pueden sacarlo adelante porque están trayendo intereses para la ciudad para que ser fortalezca. Sin ir más lejos, celebra el que Valparaíso, a pesar de sus condiciones, sea Patrimonio de la Humanidad. "Quizás no recuperemos las características que tuvo antes pero si parecidas, aunque tengo un temor enorme a que esto se convierta en un negocio inomobiliarioo imparable especialmente en el borde costero".

Cuenta que esta lucha por no irse de aquí, es una lucha a diario. "Mi hijo Beltrán dice que mucho ex porteños que han emigrado a Santiago, se creen ahora socialmente arriba; pero tengo confianza de que la geografía se va a imponer porque el Pacifico no se lo pueden llevar al Mapocho".

Otra crisis

Beltrán Urenda ha conducido todas las negociaciones de Interoceánica y en las condiciones más adversas. "La actividad naviera es muy oscilante por lo que la crisis económica de los ochenta pilló a Interoceánica muy mal parada. Habíamos mandado hacer cuatro naves a Brasil y las ventas bajaban sustancialmente. El Gobierno tuvo que hacerse cargo y hubo una presión por privatizar frente al riesgo de quebrar, pero ocurría que el sector privado no se interesaba porque la empresa tenía un valor negativo. La deuda era muy alta".

En estas circunstancias Beltrán Urenda tuvo la misión de formar un grupo que se interesara por la Compañía en las condiciones en que estaba. "Los importantes grupos navieros chilenos con los cuales tuve una vinculación personal estrecha, simplemente no se interesaron. Entonces buscamos una fórmula; hicimos un grupo con un naviero alemán que trabajaba en Perú, un italiano que trabajaba en Argentina; Kawasaki, la empresa naviera japonesa con la que teníamos servicio y en un gesto amistoso hizo un aporte de capital y además le prestó al personal de la compañía 750 mil dólares lo que nos permitió "resucitar al muerto".

Hoy la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica se precia de que el grueso del personal sigue siendo el mismo y hasta fines del 2004 se calculaba que había ganado el 1400 por ciento. "Aunque la crisis asiática también nos golpeó, gracias a Dios la Compañía hoy ha vuelto a ganar dinero y está sólida, con buena venta y clientela y lucha por ser cada día más eficiente".
 
Fuente: El Mercurio de Valparaíso