A pesar de todo el ruido, las promesas, los discursos, las iniciativas y las nuevas leyes, las emisiones no están bajando. no bajanm, y con una base de 100 en 1960, se han multiplicado por 3,6 desde 1960. Lo que es más preocupante, se han multiplicado por 1,4 veces desde el año 2000, señala un reporte de Alphabulk.

Si es fácil explicar el crecimiento en las emisiones en los primeros tiempos debido a la falta de conocimiento sobre el impacto humano en el calentamiento global, es muy preocupante ver que hoy en día sigue siendo lo mismo, con sólo dos casos de disminución temporal de las emisiones: durante la crisis financiera de 2008 y durante la pandemia del virus Covid.

¿Por qué no se reducen las emisiones cuando todos sabemos que hay un problema? La explicación es al menos doble. La primera parte es de índole psicológica, mientras que la segunda es técnica/tecnológica.

La razón psicológica

En esta parte se deben introducir dos nociones: la primera es la huella ecológica de las actividades humanas en la tierra. Esta huella se compone de todos los recursos extraídos de la Tierra, todos los residuos producidos (incluyendo todos los daños sufridos por la Tierra).

La segunda noción es la de biocapacidad de la Tierra, que es aquella para regenerar lo que se ha extraído, absorber los residuos y reparar los daños. Por debajo de ese nivel, la actividad humana es sostenible. Por encima de ese nivel, no lo es.

Volviendo al ángulo psicológico, los seres humanos (incluida la élite) pertenecen principalmente a dos grupos: el primero cree que el concepto de biocapacidad de la tierra es una molestia inventada por los "abraza árboles" y que, por tanto, se puede seguir haciendo crecer nuestras economías para siempre.

Por lo general, este grupo aduce el hecho de que hemos estado creciendo durante tanto tiempo que no hay razón para que no podamos seguir haciéndolo. Un poco como el hombre que, haciendo caso omiso de los consejos de sus amigos, saltó desde el último piso de un edificio de 52 plantas y que, tras extrapolar el hecho de que pasó volando por los pisos 50, 40, 30, 20 y 10 sin ningún problema, concluyó que el futuro era brillante.

Donald Trump y varios de sus compinches pertenecen claramente a esa escuela de pensamiento. Con este grupo al mando, todo sigue igual y, por tanto, las emisiones no pueden bajar.

El segundo grupo se compone de personas que reconocen que la tierra es un recurso finito que no puede sostener el crecimiento para siempre, pero creen que, de alguna manera, con la ayuda de la tecnología, podemos seguir creciendo porque la tecnología nos permitirá aumentar la capacidad biológica de la tierra. Todavía en Estados Unidos, Barack Obama y Al Gore pertenecen a ese grupo.

Pero hasta que los seres humanos y la élite gobernante reconozcan que estamos muy por encima de la biocapacidad de la tierra y que, como cuestión de emergencia se debe reformar todo nuestro sistema económico para que nuestra huella ecológica sea inferior a la biocapacidad de la tierra, las emisiones seguirán aumentando.

En resumen, la negación desde un punto de vista psicológico explica por qué las emisiones no bajan, ni lo harán.

Puntos de inflexión

El problema de esta negación es que cuanto más se espera, mayor será el esfuerzo que tendremos que hacer para solucionarlo.

Si se hubiera comenzado en una verdadera transición energética en 2018, habría sido necesario un descenso de las emisiones de aproximadamente un 5% anual hasta el final del siglo para limitar el calentamiento global a 2 grados, requiriendo un descenso de las emisiones de aproximadamente el 6% anual para mantenerse por debajo del límite de los 2 grados.

Sin embargo, comenzar la transición en 2025 -lo que aún no hemos hecho- requerirá un descenso de las emisiones del 10% anual hasta el final del siglo para alcanzar el objetivo de los 2 grados.

Y esto no tiene en cuenta los fenómenos no lineales que pueden producirse una vez alcanzados ciertos puntos de inflexión (por ejemplo, el derretimiento de los casquetes polares, o la liberación a la atmósfera de CO2 y metano por el deshielo del permafrost).

Además, renovar el 10% de la infraestructura económica cada año es algo que el mundo nunca ha logrado.

Vertiente técnica/tecnológica

Pasando a la vertiente técnica/tecnológica para explicar por qué no bajan las emisiones: parte de la razón es que los hidrocarburos son increíblemente fáciles de extraer, transportar, almacenar y utilizar.

Los hidrocarburos también tienen un poder calorífico muy alto. Una pequeña cantidad de 5 ó 6 litros de gasolina puede propulsar un coche moderno más de 100 kilómetros, manteniéndose la gasolina en un depósito a presión atmosférica sin necesidad de refrigeración. Esta es una hazaña que los combustibles alternativos son hasta ahora incapaces de igualar.

Por ello, todo el sistema económico de la humanidad se basa en los hidrocarburos y, en última instancia, incluso su estilo de vida se basa en los hidrocarburos.

Además, el sistema económico se basa en activos de gran intensidad de capital con una larga vida útil, como las centrales eléctricas, las fábricas de automóviles, los puertos, los aeropuertos, las refinerías y las plantas químicas, por mencionar algunos. De hecho, esto crea una enorme inercia en el sistema: los cambios sólo pueden ser graduales.

Hasta ahora, debido a la mencionada negación, no se ha producido ni siquiera un cambio gradual. De hecho, el uso de hidrocarburos ha seguido aumentando, y las energías renovables sólo se han añadido a la mezcla en cantidades simbólicas. Hasta ahora las renovables no están sustituyendo a los hidrocarburos.

Una peligrosa trampa

Pero, lo que es peor, para Alphabulk estamos atrapados en una peligrosa trampa: si finalmente se acepta que los hidrocarburos deben ser sustituidos por las energías renovables, esto va a desencadenar un aumento masivo de las emisiones, ya que, por definición, todas estas nuevas infraestructuras "verdes" sólo pueden construirse utilizando hidrocarburos, al menos durante los primeros 10, 20, tal vez 30 años.

"Estamos condenados si lo hacemos, y condenados si no lo hacemos", expone el reporte. Tal vez la única forma inteligente de salir de este círculo vicioso sea abandonar el modelo económico de crecimiento a toda costa.

Para Alphabulk pedir al transporte marítimo que reduzca sus emisiones mientras el comercio marítimo crece es una propuesta injusta. Tratar de reducir las emisiones mundiales mientras sigue creciendo la economía mundial es lo mismo.

Así que, potencialmente, una forma más eficiente de abordar las emisiones a nivel mundial es cambiar nuestro modelo económico, empezando quizás por retirar el increíble derecho que tienen los bancos comerciales a crear dinero cuando conceden préstamos. "Este mecanismo necesita un crecimiento fuerte y permanente para funcionar: por tanto, puede que sean los economistas los que, en última instancia, nos salven de la perdición y no los ingenieros", plantea finalmente el reporte.

Por MundoMarítimo