La Asamblea Nacional de Nicaragua, dominada por el partido sandinista en el Gobierno, autorizó una concesión por 100 años a HK Nicaragua Canal Development Investment Co. para el desarrollo y eventual manejo de un canal en Nicaragua que costaría 40 mil millones  de dólares. Aunque HK Nicaragua ya había hecho pública la idea del canal hace más de un año, el voto de la Asamblea este 13 de Junio fue simbólico.

El voto marcó el comienzo de un proyecto que ha sido parte de la conciencia nicaragüense desde que Panamá fue seleccionada sobre Nicaragua para la construcción del primer canal transcontinental a principios del siglo veinte.

La cantidad de dinero y esfuerzo que ya fue dedicada para convencer a los medios y mercados internacionales de que el proyecto es verdadero es una muestra de que la primera fase, análisis y diseño de trabajo, en verdad va a comenzar. Irónicamente, la continuación del proyecto y su culminación probablemente va a depender del gobierno de la República Popular China.

Es llamativo que HK Nicaragua, una pequeña compañía sin experiencia previa en construcción, pueda estar en el centro de lo que podría ser uno de los proyectos más estratégicos del siglo veintiuno. En el proceso, el proyecto enseña cómo la percepción de China como fuente de fondos y mercado global se está convirtiendo en parte del léxico para los que hacen negocios en América Latina.

Primera fase: dos o tres años

Mientras que la primera fase de análisis y diseño del proyecto canalero nicaragüense probablemente se llevará a cabo en los próximos dos o tres años, la fase más costosa de construcción, en caso de que suceda, tendrá un plan y contratista principal diferentes de los que ha aprobado la Asamblea Nacional de Nicaragua. Esto se debe a que el proyecto presente no tiene una lógica económica que facilite un financiamiento de mercado convencional. Además, HK Nicaragua no tiene los vínculos financieros, contactos de construcción, o capacidad de manejo necesaria para realizar el proyecto.

A pesar de que se espera que la nueva “economía del Pacífico” duplique o más el volumen de sus cargas en las próximas décadas, la índole de esa demanda no va a permitir dos canales. En primer lugar, la inversión de 40 mil millones de dólares necesaria para el proyecto actual dificultará asegurar una tasa de rendimiento regular en el capital invertido.

Aunque el nuevo canal se diferenciaría por poder acomodar a la nueva generación de buques post-post Panamax, el costo de mantener el canal abierto para dichos buques sería demasiado alto. El proyecto requeriría de un dragado frecuente, extenso y hondo que elevaría los gastos de operación. Además, debido a que la mayoría de clientes usarían los buques para transportar carga de bajo valor agregado como granos a granel, metales, minerales y petróleo, la rapidez con la que las cargas pueden ser transportadas no será necesariamente un factor determinante. En cambio, el costo de usar el nuevo canal enfrentará la dura competencia de rutas presentes, como la que lleva a Asia dando vuelta al cuerno de África, o las futuras rutas por el Ártico, que se abrirán gracias al calentamiento global.

En cuanto a la competencia por buques más pequeños que actualmente pasan por el canal de Panamá, cabe notar que el canal de Nicaragua empezará como una entidad no probada, sin ser capaz de competir contra los precios de un canal que está funcionando relativamente bien.

Estos argumentos ayudan a explicar por qué, a pesar de años hablando sobre un nuevo canal, el gobierno Nicaragüense no ha podido atraer a grandes inversionistas y compañías de construcción. También explican por qué el gobierno ruso, cuando estaba restableciendo relaciones con los Sandinistas en el 2008, finalmente decidió no invertir en un canal en Nicaragua, aunque haberlo hecho hubiera significado un avance en sus intereses geopolíticos en la región.

Más allá de la ausencia de lógica económica para el canal, la compañía que recibe la concesión, HK Nicaragua, no tiene la habilidad para ejecutar un proyecto de esta magnitud (HK se refiere a Hong Kong, donde está basado el director ejecutivo de la compañía, emprendedor chino Wang Jing). En contraste con grandes empresas constructoras que maneja el estado Chino como Sinohydro, China Harbour o China Water and Electric, el consorcio HK no tiene capacidades para construir, ni relaciones con bancos Chinos de alto nivel. No hay indicación alguna de que cuentan con el personal capacitado para manejar un proyecto en el cual billones de dólares en contractos tendrían que ser revisados bajo máximo escrutinio internacional.

En realidad es casi impensable que los llamados a invertir 40 mil millones de dólares aceptarían que una pequeña compañía sin récord previo en la industria maneje un proyecto de calibre internacional con varias partes interesadas, considerando los complejos problemas marítimos existentes. Especialmente en un país cuyo sistema legal y ambiente institucional ya han levantado serias sospechas.

Debido a estos problemas, es particularmente llamativo el nivel de planificación y esfuerzo que ha sido dedicado para convencer al mundo de que el proyecto es verdadero. Cuando la autorización para el Canal fue casi automáticamente aprobada por el congreso controlado por Sandinistas, el consorcio HK ya había preparado una estrategia de comunicación pública: una página web profesional con información acerca del proyecto y la imagen de una compañía, y acuerdos de consultoría con McLarty, de Washington DC, y la firma financiera McKinsey & Company.

En el caso de McLarty, si el proyecto en verdad se trata de construir un canal en Nicaragua, la decisión de invertir en una empresa reconocida por su cabildeo en Washington DC es bastante curiosa. En el caso de McKinsey, si el proyecto realmente será financiado por capital Chino, contratar una empresa de Nueva York con muchas conexiones es igual de misterioso.

¿Y a la hora de la inversión?

El control Sandinista sobre el congreso Nicaragüense y los millones que ya han sido gastados en planificación, consultas y trabajo preliminar muestran el interés por poner en pie el proyecto. Lo que no está claro es qué pasará cuando este proyecto sin lógica económica o administrador creíble llegue al punto en que los análisis de alternativas y estudios de impacto ambiental hayan finalizado, y sea hora de gastar gran dinero para dragar y construir estructuras.

Por supuesto, la compañía misma puede ser transformada y/o la concesión puede ser dilatada por razones geoestratégicas, así como económicas. Aunque no hay evidencia de que el gobierno Chino esté jugando un rol a escondidas en el proyecto del Canal de Nicaragua, es interesante destacar que será uno de los mayores beneficiarios. Además de bajar costos e incrementar opciones para transportar tanto los productos que sus compañías exportan como las materias primas y comidas que compran, el proyecto mismo será una fuente de influencia geoestratégica para el PRC.

En el 2016, la fase preliminar del proyecto habrá terminado, y los impulsores estarán buscando fondos para continuar con la siguiente fase. En este entonces, el nerviosismo de los patrocinadores del proyecto será aumentado por la atracción de buques post-Panamax al recientemente expandido Canal de Panamá, donde antes no podían transitar.

En dicho ambiente, la República Popular China (RPC), cuyo poder económico probablemente será mayor que el de hoy, será un determinante clave en decidir si el proyecto sigue adelante. Si China decide “salvar” el segundo proyecto canalero, asegurará una influencia astronómica sobre el nuevo canal y el gobierno Nicaragüense. Esto en contraste al Canal de Panamá, que se enorgullece en ser abierto a todos, pero también de no depender de la ayuda de nadie.

En cambio, si Beijing decide no “salvar” el canal, reforzará su influencia sobre la región si juega sus cartas correctamente. La lógica es la siguiente: Debido a que el nuevo canal golpearía las ganancias del canal panameño justo cuando el gobierno de Panamá acaba de invertir 5.25 billones de dólares para su expansión, China podría sacar beneficios de Panamá por no haber defendido el canal nicaragüense.

La pregunta más importante acerca del canal nicaragüense no es si el proyecto es “verdadero” o no. Más bien, es ¿qué significa el proyecto en términos de la nueva presencia China en América Latina? ¿Es así como los Chinos harán negocios y política en la región? ¿Transformará China las estrategias de los involucrados en la región?

Fuente: The Manzella Report, Estados Unidos y Confidencial, Nicaragua