A principios de los ´80 Pesquera Camanchaca entró al negocio de la harina de pescado y la bonanza en las capturas le permitió crear la base para una expansión que a fines de la década la llevó al negocio del salmón y a abrir nuevas plantas de procesamiento de harinas y conservas. Si bien atravesó por una situación financiera compleja, hoy es la mayor exportadora pesquera del país.

Dueños
 
"Llegan en avión a Copiapó y luego se trasladan para acá; son personas de muy bajo perfil, muy directos y claros, de decisiones rapidas y ejecutivos, que concretan sin dar rodeos". Así describe Brunilda González, la alcaldesa del puerto de Caldera, a Jorge Fernández y Francisco Cifuentes, los accionistas de Camanchaca, la pesquera que en el revuelto mar de este negocio ha logrado su captura más importante: convertirse silenciosamente en el mayor exportador de productos del mar del país, por delante incluso de Corpesca, el consorcio del grupo Angelini.

Cultivadores del bajo perfil y celosísimos de su privacidad, al punto que nadie habla de ellos sin antes pedirle permiso, la dupla ha logrado que Camanchaca -una empresa de langostinos que partió hace 30 años, que fue expropiada y luego recomprada y tuvo una situación financiera difícil hace tres años- se convierta en un imperio con vista al mar y del que poco o nada se sabe.

Sus dueños apenas dan entrevistas y se toman fotos. Rehúyen las actividades sociales masivas y cuando están con gente hablan muy poco de su vida privada.

Fernández (65) a veces va al fútbol y se le ve harto en la iglesia. Se sabe que su mayor placer es caminar por sus campos en la Sexta y Décima Región. Sólo Cifuentes, como gerente general, es la cara visible del grupo. Pero sólo para tratar temas de negocios. El tercero a bordo, Jorge Fernández hijo, subgerente de la compañía, sigue el mismo estilo y quienes estudiaron con él en el Verbo Divino afirman que siempre ha sido muy reservado. Incluso en su casa o cuando juega golf, dicen en su entorno.

Los tres son los únicos miembros del directorio y el 77% de la firma está en manos de Fernández, mientras que Cifuentes tiene 23%.

Sus silencios, combinados con una estrategia de diversificación, buenos precios para sus productos y mejoras de eficiencias son las clave que han permitido a Pesquera Camanchaca convertirse en la segunda exportadora del país, luego de Codelco, según cifras del Banco Central a abril de este año. En 2002 la empresa vendió US$ 180 millones, de los cuales exportó US$ 128 millones.

Pese a que en los últimos años la firma debió enfrentar una complicada situación que la llevó a parar los motores de varios de sus buques, reconvertirlos e incluso paralizar una de sus plantas, el temporal ya ha pasado. Al punto que hace dos semanas un conjunto de bancos locales, liderados por el Chile, le entregó un crédito por US$ 75 millones para reprogramar pasivos a cinco años plazo.

Los langostinos

1965 fue el año en que Fernández se inició en el negocio de los langostinos. Con él estaban otros socios, como Exequiel Errázuriz, Jaime Echeñique, y Esteban Prieto. Un ex colaborador cuenta que además en Talcahuano producían proteína soluble y un aceite que vendían a procesadores de harina de pescado.

Con la Unidad Popular la firma fue expropiada y en 1980 los socios iniciales se retiraron, quedando Fernández Valdés con el 60%, Carlos Cruz Correa con 20%, Cifuentes con el 18% y Daniel Malfanti con el 2%. De hecho, Fernández y Cruz ya se conocían: en 1961 crearon la industria de muebles Cruz y Fernández. Cruz, fallecido recientemente, vendió hace pocos años su participación en la pesquera.

A principios de los '80 Camanchaca entró al negocio de la harina de pescado y la bonanza en las capturas le permitió a fines de la década entrar al negocio del salmón y abrir nuevas plantas de procesamiento de harinas y conservas.

Hoy las operaciones de la pesquera se extienden a Iquique, San Antonio, Talcahuano, Tomé, Puerto Montt y Caldera, y la alcaldesa de este último puerto destaca que la empresa es una de las pocas que paga sus impuestos en la misma comuna y que aporta constantemente a las obras de desarrollo local. Allí Camanchaca extrae y procesa ostiones, langostinos y avalones que son cultivados en parcelas acuícolas. A Fernández dice que los conoce poco y que a quien más ha visto es a Jorge Fernández García, quien junto a Francisco Cifuentes visita regularmente las instalaciones.

Similar impresión tienen en Tomé, en otras comunas e incluso entre empresarios y ejecutivos del sector pesquero y financiero. La firma es una sociedad cerrada, cuyos registros no son de público acceso. Tal cual como sus dueños.

Una de sus mayores sorpresas la dieron en 1993 cuando compraron Pesquera Tarapacá, que al fusionarla aumentó su cuota de mercado del 4% al 20% en la I Y II regiones.

Cinco años después la estrategia de diversificación mostró sus primeros resultados: Camanchaca fue una de las pocas pesqueras que logró sortear los estragos ocasionados por el fenómeno de El Niño. Entonces, el 40% de sus ingresos provenían de la producción de salmón, otro 40% de la harina y aceite de pescado y el resto de langostinos, conservas y ostiones. Actualmente los salmones explican el 50 % de sus ventas

Según ejecutivos de la firma, esta relación debería mantenerse en los próximos años, puesto que la empresa está enfocada en orientar su producción hacia productos de consumo humano como congelados de jurel y conservas. Para eso ya está aprobada la construcción de una planta procesadora en Talcahuano que costará US$ 4 millones.

Con ello y con la idea de ampliar la gama de productos elaborados, el grupo apuesta a consolidarse como el mayor exportador de productos del mar del país. Y con el mar como el único testigo de un negocio que busca mantenerse lo más anónimo posible.
 
Fuente: La Tercera